Solicitar un periodo de carencia para la hipoteca es una herramienta muy útil, pero que tiene una serie de costes que debes conocer para no equivocarte.
Te los contamos todos y te ayudamos a entender cómo funciona.
¿Qué es el periodo de carencia en una hipoteca?
El periodo de carencia es una medida con la que no pagas la cuota de la hipoteca durante un tiempo o, como suele ser más habitual, solo pagas una parte de la cuota, normalmente los intereses.
En el primer caso, estaríamos hablando de una carencia total que incluye tanto el capital del préstamo como los intereses.
El segundo se trata de una carencia parcial o de capital, con la que solo se pagan los intereses generados por el préstamo, pero no se amortiza capital.
En otras palabras, que estás pagando los intereses de la hipoteca sin reducir la cantidad de dinero que debes. Eso sí, la cuota mensual sí que será mucho menor.
En resumen, al solicitar un periodo de carencia, lo que haces es congelar los pagos de la hipoteca hasta cierto punto. Si es total, quedará congelada casi del todo porque se seguirán generando intereses, mientras que si es parcial, abonarás intereses, pero no capital.
¿Cuándo puede solicitarse una carencia hipotecaria?
Cualquier persona puede pedir un periodo de carencia en la hipoteca en cualquier momento. Lo único que hace falta es que la entidad financiera acepte la petición. Si esa opción ya aparece en el préstamo, será mucho más fácil y menos costoso.
En cualquier caso, la entidad no está obligada a aceptar tu propuesta salvo que haya firmado el Código de Buenas Prácticas, que sí obliga a la entidad a aplicar una carencia parcial de capital durante dos o cinco años según sea el caso.
Para poder acogerte a este código hay que cumplir una serie de condiciones que normalmente pasan por acreditar que el porcentaje de ingresos destinados a la hipoteca se ha disparado o que los ingresos familiares no superen los 25.200 euros.
¿Qué coste tiene la carencia en la hipoteca?
Solicitar un periodo de carencia no es gratuito. Por un lado, habrá que realizar una novación de la hipoteca, que tiene sus propios costes. Por otro lado, encarece el coste de financiación del préstamo. Incluso con una carencia total se seguirán generando intereses que se sumarán a la deuda cuando termine el periodo de carencia. Estos intereses se abonarán en las siguientes cuotas.
En una carencia de capital, sí se abonarán intereses, pero al no amortizar capital, también subirá el coste del préstamo. La razón es que durante ese periodo no habrás devuelto dinero del préstamo y los intereses a pagar tienen en cuenta el capital pendiente.
La forma de saber cuánto te costará el periodo de carencia es revisar el cuadro de amortización de la hipoteca, que tiene toda la información sobre las cuotas. Así sabrás cuánto ahorras y al recalcular el cuadro, cuánto pagarás después.
Cómo saber si me conviene la carencia
La carencia hipotecaria es una herramienta útil, pero con ciertos costes. Por eso es mejor utilizarla con prudencia y como último recurso.
En términos generales, si todo va bien, lo normal es que no compense pedir una carencia en la hipoteca.
Puede ser una solución si prevés que tendrás dificultades para pagar la hipoteca. Antes de dejar de pagar y que se generen intereses adicionales es mejor pedir un periodo de carencia.
También puede ser útil al principio del préstamo, porque te permite ajustar tus finanzas personales después del esfuerzo inicial de comprar la casa. En otras palabras, como lo normal es dejarse buena parte de los ahorros en la entrada, esta carencia inicial te ayudará a recapitalizarte y, por ejemplo, recuperar tu fondo de emergencia.
Otras alternativas para reducir las cuotas de la hipoteca
El principal objetivo de la carencia en la hipoteca es pagar menos cada mes. Si no quieres pedirla, hay otras opciones para reducir las cuotas de la hipoteca.
La más simple sería una ampliación de la hipoteca para alargar el plazo del préstamo. Cuanto más tiempo dura una hipoteca, menores son las cuotas mensuales, aunque mayores los intereses que pagas en total.