Todos sufrimos imprevistos que trastocan nuestras finanzas domésticas. Un vehículo que necesita reparación, un electrodoméstico que se estropea, una factura inesperada… En algunas ocasiones, no disponemos de la liquidez suficiente para hacer frente a este tipo de gastos. ¿Qué soluciones tenemos para conseguir financiación en estos casos? Los llamados préstamos rápidos pueden ser un salvavidas para un apuro puntual, siempre y cuando estudiemos bien las condiciones.
Para evitar complicaciones inesperadas por la contratación de este tipo de producto financiero, en Hipotecas.com te contamos qué son los préstamos rápidos, cuáles son sus requisitos, qué ventajas e inconvenientes presentan y qué debes tener en cuenta si te planteas solicitar uno.
¿Qué son los préstamos rápidos?
Los préstamos rápidos son créditos personales que permiten a los ciudadanos obtener cantidades moderadas de dinero en base a una garantía personal y bajo unos requisitos de concesión, a priori, menos exigentes que en un préstamo tradicional, pero con unas condiciones de devolución más desfavorables para el cliente.
Según señala Facua en su informe Créditos rápidos, son “un medio alternativo de financiación consistente en la puesta a disposición de pequeñas cantidades de dinero, con reducidos plazos de devolución y a tipos de interés superiores a los créditos tradicionales, otorgados para responder a necesidades puntuales y urgentes de liquidez, que se asocian con la celeridad en su otorgamiento y puesta a disposición, así como con la falta de exigencia de garantías para su concesión”.
Aunque normalmente asociamos los préstamos rápidos con empresas de financiación online o vía telefónica especializadas en este tipo de productos, algunas entidades financieras convencionales ofrecen este tipo de créditos, generalmente a clientes que figuran en sus bases de datos como perfiles con suficientes garantías de pago.
Condiciones para su concesión
La principal característica de los préstamos rápidos, como su propio nombre indica, es la agilidad con la que se puede formalizar la financiación, ya que en el plazo de 24 o 48 horas es posible disponer del dinero.
Asimismo, los requisitos exigidos por la entidad para su aprobación son más relajados, exigiendo normalmente la nómina o pensión del interesado, su DNI y cuenta bancaria y no constar en ningún registro de morosos, sin necesidad de justificar el destino del crédito.
A cambio de esta rapidez y facilidad, el prestatario tiene que hacer frente a unos altos intereses, que pueden oscilar entre el 20 y el 25% TAE, y devolverlo en plazos de devolución más cortos, generalmente entre 30 días y 60 meses, en función de la cantidad solicitada y de las condiciones pactadas con la entidad.
En cualquier caso, los préstamos rápidos no cuentan con regulación o tratamiento legal específico aplicable, rigiéndose por la Ley 16/2011, de 24 de junio, de contratos de crédito al consumo, siempre que superen los 199 euros. Por ello, en la práctica, es posible encontrar condiciones heterogéneas en las ofertas.
Ventajas e inconvenientes de los préstamos rápidos
Los créditos rápidos presentan tanto ventajas como inconvenientes. Respecto a los pros de este producto financiero, destacan:
- La brevedad para tener acceso al importe solicitado, siendo el plazo medio máximo de 5 días.
- La flexibilidad para fijar los plazos y las cuotas, permitiendo al prestatario decidir, en muchas ocasiones, en cuánto tiempo va a devolver la cantidad adeudada y cuánto va a pagar cada mes.
- La sencillez en la tramitación, reduciendo al mínimo la documentación necesaria para la concesión del crédito.
- La ausencia de la necesidad de avales, siempre que el importe no supere una determinada cantidad (en torno a los 10.000 euros).
- No conllevan una garantía hipotecaria, es decir, no hay ningún bien directamente afecto al contrato, de modo que el prestamista no podrá proceder a la ejecución de una garantía hipotecaria, con independencia de que éste pueda hacer valer su derecho como acreedor en un procedimiento judicial, embargando los bienes del deudor.
- No requieren justificación sobre en qué se va a invertir el importe prestado.
- No requieren, por norma general, la contratación otros productos financieros asociados, como seguros o productos de ahorro.
- Son aptos tanto para particulares como empresas.
Ahora bien, los préstamos rápidos no están exentos de inconvenientes:
- Suponen unos altos intereses, que suelen variar entre el 18 y el 22% TAE. No obstante, hay compañías que ofrecen créditos rápidos al 0% TAE para los primeros préstamos.
- Las cantidades que se permiten dar a crédito bajo esta fórmula son reducidas; generalmente oscilan entre los 500 y los 6.000 euros y no suelen superar los 10.000 euros.
- En caso de que el importe solicitado sea mayor, es posible que el prestamista requiera avales al cliente.
- Aunque los requisitos son mínimos, es imprescindible disponer de una fuente constante de ingresos, como una nómina, pensión o justificante.
- No suelen otorgarse a personas que aparezcan en algún listado de morosos, con independencia de la cantidad que adeuden, aunque ante la alta competencia, algunas empresas eliminan esta exigencia.
- Según con qué empresa se contrate, es posible que el contrato incluya cláusulas abusivas, altas comisiones o penalizaciones por imago que generen un sobreendeudamiento.
- Los préstamos rápidos inferiores a 199 euros carecen totalmente de un marco legal aplicable, lo que propicia la aparición de fraudes.
Consejos antes de optar por un crédito rápido
Como con cualquier producto financiero, es fundamental que antes de su contratación estemos informados de las condiciones de estos créditos y conozcamos las obligaciones y las consecuencias antes de formalizar un préstamo rápido.
En este sentido, antes de contratar este producto, es importante tener en cuenta los siguientes consejos:
- Buscar alternativas que nos permitan obtener efectivo (como solicitar ayuda a familiares o amigos), pues los altos tipos de interés de estos préstamos rápidos conllevan un importante gasto en intereses que es mejor evitar.
- Comparar las distintas propuestas que existen en el mercado, tanto de empresas de financiación online, como de entidades financieras clásicas.
- Corroborar la legitimidad del prestamista, para no ser víctimas de posibles fraudes o estafas.
- Nunca pedir un crédito rápido para pagar otro, pues esto solo provoca que aumente la deuda y dificulte el pago a medio-largo plazo.
- Estudiar cuánto es el mínimo de dinero que necesitamos, sin aceptar ofertas de financiación superiores a esa cantidad.
- Evaluar si podremos devolver el importe en el plazo acordado -porque vayamos a recibir la nómina, por ejemplo-, ya que aunque no se exija aval, cualquier impago activa el principio de responsabilidad del deudor, que establece que este responde de sus obligaciones con todos sus bienes, presentes y futuros.
- Leer con detenimiento las condiciones del préstamo, comprobando que no existen cláusulas abusivas en el texto.
- Restringir su uso a situaciones imprevistas e inaplazables, evitando emplear esta forma de financiación como método habitual si no queremos terminar en una espiral de deudas.